No es justo. No es justo
que vengas y arruines todo. Un buen día llamaste a la puerta de mi vida. Miré
por la mirilla, no te conocía. Y yo, la muy idiota, abrí sin preguntar. Antes de que pudiera reaccionar, entraste muy cómodamente y aquí te has quedado, atrancado, sin poder salir. Y
ahora me controlas como si nada. No te das cuenta, pero me has convertido en
alguien en quien nunca pensé ser. Yo antes era feliz. ¿Y
por que ahora no? Porque ahora soy el perro guardián que se queda esperando a
su dueño día y noche pero el no viene. Y luego, cuando vuelves, siempre tienes
una excusa barata que yo me trago, con dificultad, como cuando estas enferma y
tienes que tomarte una medicina a la fuerza. “pues olvídalo no pienses mas en el”, me dicen todas. Creo que será lo mejor. Pero olvidarte no es
borrar de mi memoria cada palabra que me dijiste y cada vez que me hiciste sonreír.
Olvidarte es volver al
pasado, y en vez de abrirte la puerta de mi vida, hacer como si no hubiera
escuchado el timbre.
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